Amigo Imaginario ©

- Mamá ¿después puedo bañarme con Bam?

- Si, primero debemos comer, trae los juguetes dentro…-asentí, mi mamá me miro con cansancio, a ella no le agrada Bam, pero siempre le hablo de él, le cuento nuestras aventuras.

Tome el auto azul de la montaña de arena que hice, cuando mamá estuvo tendiendo la ropa para que se seque. Lleve mi juguete a dentro de la casa porque ya debíamos comer. Luego de comer fideos con salsa, otra vez agarre mi auto para dejarlo en mi cuarto. Mamá me dijo que guardé mis juguetes antes de la ducha, así que hice caso como buen niño que soy.

- Samuel, termina de guardar y busca una toalla en el cajón -el grito de mi mamá lo escuche, deje el auto en el suelo para buscar en mi mueble lo que me pidieron. 
Busque la toalla y cuando la tome entre mi mano, sentí un golpe en mi pie derecho, estoy sin zapatos, así que se sintió frio. Miré y me encontré con mi autito azul, sonreí. Sabía de quien era, mi amigo. Tome otra vez el juguete para darle un empujón hasta bajo mi cama, en un segundo volvió hacia mí. Eso me causo gracia, así que me senté en el suelo para volver a empujarlo abajo.

- Sam ¿tomaste la toalla? -mi mamá llego a mi cuarto y me vio en el suelo, yo había tirado el auto bajo la cama.

- Si…-la mire.

- ¿Qué haces en el suelo? 

- Juego con Bam -sonreí, pero la cara de mi madre me hizo sentir que algo hice mal. 

- Debemos hablar de eso, Bam no existe…es solo un amigo que imaginas ¿entiendes? – se puso a mi altura y negué con mi cabeza.

- Bam existe, mamá…

- No, cariño…

- ¡Que sí! -grite para que entienda y apunte bajo mi cama- él esta ahí…

- Samuel, tu….

Mi mamá miro como el auto regreso a nosotros, volví a tirar el auto bajo la cama y al segundo regreso. Ella hizo una expresión que no comprendí y se levanto del suelo rápido. Volví a mirar mi cama para encontrarme con mi amigo Bam, la mitad de su cuerpo salía de la cama, y tenía en su cara algo deforme, pero es mi amigo. 

- Ves, es mi amigo… 

- Samuel levántate y vámonos… -me hablo como si tuviera miedo, tal vez lo tenía. 

- No. 

- Te dije que vamos, no es…no es… 

- Es amigo… no tengas miedo, mamá. 

- Samuel… 

- No, yo me quedo aquí…con él… -sonreí otra vez, pero al parecer si la asuste porque se alejo con una mueca en su cara. 

- Lo siento…-se fue, mi mamá se fue corriendo. Al fin dejándome solo con Bam para jugar tranquilos.


Frote mis ojos con la sensación escalofriante en mi espalda, suspire algo cansado. Mire a la mujer mayor delante de mí, me sentía nervioso y ansioso. Le había contado mi infancia antes de que mi madre me abandone de niño. 

- ¿Cómo te sientes con el abandono? Era pequeño… 

- Si, pero no lo sé, me resulta algo que no se explicar bien… 

- Entiendo -ella anoto en su cuaderno y volvió a mirarme- ¿sigues viendo a Bam? -mis dudas surgieron en mi mente con aquella pregunta, lo que hice fue mirar el sofá detrás de ella y volver a su cara. 

- No, ya no lo veo. 

- ¿Seguro Samuel? 

- Estoy seguro…-conteste para luego observar nuevamente el sofá del fondo. En ese lugar se encontraba él, esta ahí desde que me senté frente a la psicóloga. Estuvo indicándome que decirle y que no, se que esta mal. Tampoco sé porque sigue conmigo, pero es mi amigo y él no me abandono como mi madre. 

- ¡Samuel! ¿estas aquí? -la psicóloga volvió a anotar en su libreta y suspire. Asentí. 

- Bien, es todo por hoy…-extendí mis manos para que al segundo se acercara el de seguridad que estaba detrás de mi y colocara esposas- nos vemos la semana que viene, sigue así, mejorando Samuel… 
- Adiós, doctora…-la seguridad me saco del consultorio y volví a suspirar. Pedo escuchar los pasos de Bam detrás de nosotros. Entendí que no es un amigo imaginario y a partir de ahí jamás me abandono.

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